(1.32)
Las partes que componen el laberinto membranoso son los tres conductos semicirculares, cada uno con un órgano sensorial para el movimiento de rotación; el conducto coclear, con el órgano sensorial para las vibraciones de sonido y en el vestíbulo, el utrículo y el sáculo, con sus dos órganos sensoriales para el movimiento lineal.
El utrículo y el sáculo se conectan al pequeño conducto endolinfático, que va a una estructura que no se muestra aquí, el saco endolinfático.
El laberinto membranoso está limitado por una membrana continua, que forma una barrera esencial entre el fluido fuera de ella, que es la perilinfa y el muy diferente líquido en su interior, la endolinfa.
En una sección transversal, por ejemplo de este canal semicircular, esta es la pared ósea del canal semicircular, que es parte del laberinto óseo, esta es la pared membranosa del conducto semicircular, que es parte del laberinto membranoso. El fluido dentro de la membrana es endolinfa; el fluido afuera es perilinfa. La diferencia entre los dos fluidos es esencial para la función de los órganos sensoriales del oído y el equilibrio.
Podemos ver la mayor parte de estas estructuras en esta disección, en una vista anterolateral. Este es el vestíbulo. La ventana oval estaba aquí. Entrando aquí arriba al vestíbulo están los conductos semicirculares anterior y lateral. Aquí está el inicio de la abertura de la cóclea dentro del suelo del vestíbulo.
Aquí, podemos ver casi toda la longitud de la membrana basilar. Se inicia en el suelo del vestíbulo y termina justo por debajo del ápice.
Aquí por debajo de la membrana, está la ventana redonda. Para verla vamos a eliminar esta parte de la membrana basilar y de la lámina espiral. Esta es la ventana redonda. Está cubierta por la membrana de la ventana redonda, que ...
(1.32)
Las partes que componen el laberinto membranoso son los tres conductos semicirculares, cada uno con un órgano sensorial para el movimiento de rotación; el conducto coclear, con el órgano sensorial para las vibraciones de sonido y en el vestíbulo, el utrículo y el sáculo, con sus dos órganos sensoriales para el movimiento lineal.
El utrículo y el sáculo se conectan al pequeño conducto endolinfático, que va a una estructura que no se muestra aquí, el saco endolinfático.
El laberinto membranoso está limitado por una membrana continua, que forma una barrera esencial entre el fluido fuera de ella, que es la perilinfa y el muy diferente líquido en su interior, la endolinfa.
En una sección transversal, por ejemplo de este canal semicircular, esta es la pared ósea del canal semicircular, que es parte del laberinto óseo, esta es la pared membranosa del conducto semicircular, que es parte del laberinto membranoso. El fluido dentro de la membrana es endolinfa; el fluido afuera es perilinfa. La diferencia entre los dos fluidos es esencial para la función de los órganos sensoriales del oído y el equilibrio.
Podemos ver la mayor parte de estas estructuras en esta disección, en una vista anterolateral. Este es el vestíbulo. La ventana oval estaba aquí. Entrando aquí arriba al vestíbulo están los conductos semicirculares anterior y lateral. Aquí está el inicio de la abertura de la cóclea dentro del suelo del vestíbulo.
Aquí, podemos ver casi toda la longitud de la membrana basilar. Se inicia en el suelo del vestíbulo y termina justo por debajo del ápice.
Aquí por debajo de la membrana, está la ventana redonda. Para verla vamos a eliminar esta parte de la membrana basilar y de la lámina espiral. Esta es la ventana redonda. Está cubierta por la membrana de la ventana redonda, que mira medialmente dentro de
Para ver lo que sucede en el ápice de la cóclea, vamos a ver desde atrás una muestra de un hueso seco donde hemos expuesto esta gran parte de la vuelta apical. El espécimen se ha transiluminado. Esta es la vuelta apical, esto es parte de la segunda vuelta